Identities, 2019
.
 

Plaster, wood, paint and light.
430 x 50 x 80 cm.

Identities

El tema que subyace en estas piezas es la búsqueda de la identidad, búsqueda que se proyecta a través de la ruina y la reconstrucción, el vacío, la anulación y los errores.

El concepto de identidad, que en principio se concibe como la búsqueda analítica de rasgos y circunstancias que construyen de manera única a un individuo o a un objeto, aparece en las obras tratado desde diversos enfoques que, en conjunto y con calma aparente, profundizan en el tema.

La identidad, aun siendo algo único, se conforma mediante una serie de procesos universales. El primer axioma que aparece al afrontar esta cuestión es el de la identidad como afirmación, y en efecto así se da en algunas de las piezas. Sin embargo la mayor parte de las obras que nos propone el artista niegan de forma manifiesta su propia identidad, potenciando la idea de llegar a la identidad a través de su eliminación. Otro de los enfoques que se proponen a través de las piezas es el de la identidad vista desde la dualidad, cualidad imprescindible para que se produzca la unicidad, ya que nada existe sin el contrario que lleva implícito. La tercera propuesta planteada en la instalación nos conduce hacia el más vital e insondable de estos procesos de búsqueda: la identidad entendida como disolución de la identidad.

La obra Identidades está compuesta por multitud de lajas de yeso blanco de distintos tamaños, amontonadas en una pared, con un planteamiento en esquina, a modo de fragmento de muralla.

Consciente en la fase de eliminación de elementos habituales en otras obras, como el árbol, la silla o la puerta, en este nuevo proceso el artista voluntariamente se deja llevar por un impulso más inconsciente y permite que ocurra a pesar de sí mismo.

Aunque despojado de elementos figurativos, el conjunto conecta con la idea de resto arqueológico, civilización antigua o museo desmantelado, tema que sí había sido afrontado previamente por el artista. En este caso el amontonamiento ofrece un aspecto de algo levemente más espontáneo o menos perdurable que un muro, pero sólido, con una identidad entendida como la ausencia que es presencia y viceversa.

Estas referencias a la arqueología crean una conexión con nuestro entorno espacial y temporal, con lo que somos y no somos, y con la forma en la que lo que tenemos alrededor nos va construyendo y destruyendo. Las ruinas, la renuncia y el duelo que evocan los restos arqueológicos muestran los restos de una identidad rota, pero también construyen un entorno en el que cimentar una nueva.

Este abandono conecta con la identidad personal, pero también con la colectiva e incluso con la propia cosmovisión, ya que todas ellas relacionadas son las que nos van construyendo como únicos e irrepetibles.

María Jesús Ferro