Ignacio Llamas

2011

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Reubicar nuestro interior

… realidades interiores, inundadas de luz, donde habitan
presencias como el dolor, la turbación o la angustia.
Sutil dramatismo que alude a la necesidad de admitir
nuestras propias miserias, sin rechazarlas,
interpretándolas como factores positivos de la existencia.
Angustia, desamparo o frustración que se transforman
mediante un proceso de espiritualización,
e iluminan nuestro camino hacia los misterios.

Bajo el título: “Reubicar nuestro interior” la galería Ángeles Baños presenta un proyecto de intervención expositiva del artista Ignacio Llamas. En él se profundizan los conceptos de realidad e irrealidad que con frecuencia se dan en el interior del ser humano.

El proyecto utiliza como base la serie fotográfica: “Cercar al silencio” y se desarrolla mediante la ubicación de objetos y la creación de espacios similares a los que aparecen en dichas imágenes. El espacio generado se ve invadido por la presencia de las propias fotografías produciendo un juego de realidad e irrealidad. Además, los elementos que allí aparecen no son los usados para la toma fotográfica pues en ellos se ha alterado notablemente la escala.

Mediante esta dualidad realidad-apariencia, objeto-imagen se plantea un acercamiento al interior del ser humano, al mundo de las apariencias y al de la realidad mas profunda que cada persona esconde. La intención es provocar la reflexión, la meditación y la mirada interior en busca del verdadero ser de cada individuo, que en muchas ocasiones no es conocido por el mismo. Es una invitación a adentrarnos en nuestro propio interior y descubrir nuestra verdadero yo, asumiendo nuestras luces y nuestras sombras.
Este proyecto se plantea como un espejo en el que cada espectador pueda reflejar su mundo interior, cargado con sus aspectos positivos, sus contradicciones y sus elementos negativos. Son estos últimos, en los que mas se incide. Pequeñas o grandes tragedias que cada uno lleva dentro. Angustias, turbaciones y temores que todo hombre soporta y que asumidos y positivados puedes arrojar una luz que nos enseñe a vivir mejor.

Este proyecto se encuadra dentro de otro más amplio en el que Llamas lleva trabajando varios años. Aunque inicialmente tuvo un desarrollo exclusivamente fotográfico, en la actualidad se ha visto enriquecido con el análisis de las relaciones que se producen entre la propia fotografía y el espacio en el que esta se muestra, generando un diálogo entre ambos. Es por ello que la imagen se despega del muro en un intento de abandonar los límites del plano y desarrollarse volumétrica y espacialmente.
Los dos elementos con los que Ignacio Llamas trabaja son: espacio y luz. Con ellos desarrolla un lenguaje fotográfico, caracterizado por la sobriedad de las imágenes y la ausencia de color.
Con todo este juego de luces, imágenes, diálogos, el artista intenta trascender lo visible, y a través de sus personales metáforas, acercarnos al sentir y el ser del hombre. Para ello propone al espectador un recorrido hacia su interior, invitándolo a silenciar los ruidos exteriores. Se trata de emprender un viaje hacia lo más profundo del alma para buscar y hallar las semillas de trascendencia que allí hay depositadas.

Estas imágenes son espejos de mundos interiores y espacios aparentemente deshabitados, capaces de acoger el todo. Lugares que encierran pequeñas tragedias, que todo ser humano encuentra al mirar dentro de sí, en las que evidencia las angustias, turbaciones y temores del hombre. Pero, lugares inundados por una luz que nos edifica y purifica.

Ignacio Llamas construye sus metáforas proponiéndonos imágenes de lugares físicos. Unas construcciones arquitectónicas matizadas por la luz. Esa luz, que crea sombras, brillos y espacios intermedios de penumbra e indefinición. En este microcosmos su protagonismo nos hace percibir al menos una doble lectura. Por un lado el espectador la siente como imagen de su interior, de su propia alma, de aquel espíritu que vaga o recorre su propio mundo. Y por otro la percibe como un elemento transformador de todas esas realidades dolorosas, capaz de convertirlas con sus matizados negros, blancos y grises, en una experiencia transformadora.

Su propuesta es sencilla: descubrir, a través de sus espacios construidos y de los objetos abandonados, que allí tienen plena existencia, el misterio escondido. Aquello que de universal cada uno de nosotros lleva dentro.