Suspenderse en el vacío, 2020
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Hormigón y vidrio.
120 x 180 x 240 cm.

Suspenderse en el vacío

Suspenderse en el vacío (2020), en ella el azar y la elaboración han participado por igual en su configuración. Presencias objetuales contundentes junto a reflejos. Es una obra a la que siempre se ha de acceder primeramente de modo frontal, y en la que dos vasijas de hormigón de un blanco impoluto en su interior y gris sucio e imperfecto en su exterior, se reflejan en unos cristales rotos a modo de espejo. La luz arranca la blancura de sus paredes y potencia la confusión en las superficies de cristal. La confusa dualidad del hombre se halla presente en esta obra: el hombre exterior y el hombre interior, su ser terrenal y su participación divina, su presencia real y su visión proyectada. Frente a un cristal traslucido y quebrado que dificulta la visión nítida de la realidad que vivimos, que existe para nuestro deleite o nuestro pesar, podemos optar por asumirla y “suspendernos en el vacío”. No es esta una actitud pasiva, vegetativa o inerte, sino sabia y activa porque nos invita a vaciarnos de egos y complacencias, de dudas e incertidumbres, de heridas y dependencias, para impolutos, como el interior de las vasijas, poder recibir el valor y la inspiración que llega de cada nuevo momento presente.

Fragmento del texto: Identidades

Pilar Cabañas